Noticia del diario el País...
En medio de un extenso campo de olivos y almendros en las faldas de El Maestrazgo, en Castellón, se alza una masía medio abandonada y algo destartalada.
El olivo es la aventura de una adolescente decidida, una chica que se embarca en una empresa imposible: la de recuperar ese olivo replantado en algún lugar de Europa y traerlo de vuelta a la masía familiar, al mismo lugar donde su abuelo se dirige todas las mañanas y va poblando de piedrecitas el agujero que dejó el árbol. Anna Castillo, Javier Gutiérrez, Carme Pla, Manuel Cucala, Miguel Ángel Aladren y Pep Ambrós protagonizan esta historia, producida por Morena Films en coproducción con la alemana Match Factory Productions.
¿Qué nos hemos hecho? ¿Nos hemos vuelto locos? El olivo es todo un grito, asegura Bollaín, a favor de cuidar nuestras cosas, en contra del despilfarro. Es un filme también contra el inconformismo y la esperanza de que no todo está muerto y acabado. Es, dice Bollaín, una mirada sobre lo que ha pasado en España desde un lugar original, no es contar el boom inmobiliario ni las desgracias de la crisis. No es una denuncia, ni un drama social, sino que tiene tono de cuento. “Es un cuento sobre lo que ha pasado en este país y lo que nos gustaría que pasara a partir de ahora. No tiene el tono agresivo de la denuncia porque está contado desde un lugar muy emotivo y, además con mucho humor. Las emociones salen desde la risa y el absurdo. Suena un poco religioso pero habla de creer, porque parece absurdo ir a la búsqueda de un olivo, a miles de kilómetros de tu pueblo, si uno no tiene la seguridad de que lo va a conseguir. La protagonista, Alma, mueve ficha en su entorno de una manera tan potente que todos se recolocan a su alrededor. Es un viaje quijotesco sin plan ni lógica, pero ella tiene algo de naïf y de creencia de que las cosas ocurren”, continua la directora, que con esta película no solo ha realizado un casting de actores, sino de olivos. El olivo como símbolo del filme tenía que tener una buena copa y un buen tronco y, tras una selección de unos cincuenta, Bollaín dio el visto bueno a uno que encontraron en un pueblo de Castellón.
A pesar de que es alérgico al olivo, en cuanto leyó el guion, Javier Gutiérrez no dudó un momento en estrenarse como actor con Iciar Bollaín. Premio Goya a la mejor interpretación masculina por La isla mínima, Gutiérrez da vida en El olivo a Alcachofa, el personaje más perdedor de todos, aquel al que la crisis le ha tumbado tanto económica como emocionalmente. Habla, sin embargo, Gutiérrez de una película “poblada de personajes perdedores, pero vitalista, optimista, llena de vida y a favor de los sueños absurdos que se pueden cumplir”. Alcachofa es uno de los hijos de ese abuelo al que le han arrebatado su amado olivo a cambio de un puñado de dinero. “En España estamos en el momento idóneo para contar esta historia, trufada de aspectos que nos remiten a la situación de corrupción que estamos viendo. El olivo es el símbolo de cómo nos cargamos lo más valioso que tenemos, a veces por avaricia pero otras para salvarnos”.